Estaba pensando, parafraseando como suelo hacer, y me dije que tengo como Martí dos patrias: México y la lengua romance.
La patria mexicana es inabarcable. Su presencia en mí más notoria que mis ojos o mi rostro. Pero por lo mismo difícil de describir. No hay un solo México. Y en sus diversas profundidades me conformo con llamarme mexicano y no dar más explicaciones.
Acerca de la lengua romance quiero, en cambio, decir unas cuantas cosas. Por principio definirla claramente, para que se me entienda, voy a decirlo en romance.
Si bien, a la lengua española también se le puede nombrar romance, yo estoy procurando alcanzar otras posibilidades semánticas con esta palabra. Gusto de imaginarme que existe una lengua romance. Un idioma inteligible no sólo para los latinoamericanos, sino también para todos los de la Península Ibérica, incluidos vascuences, y los otros latinos, francófonos, ítalos y rumanos.
No me importa que tal lengua no exista. Debería. Y en cierto sentido sí existe. Porque podemos sentir la familiaridad fonética con aquellas lenguas también nacidas del viejo latín. Sentir. No sólo distinguir voces, apreciar sonidos y captar los posibles significados, sino sentir verdaderamente que aquellos vocablos no nos son ajenos ni extraños, que los oídos del espíritu, por decirlo de un modo, no precisan de ningún traductor porque oirán directamente palabras de su mismo linaje.
Así me pasa al menos a mí y tal vez exagero y tal vez, como yo me siento en casa con las lenguas romances, otros se sentirán con lenguas eslavas, germanas o sajonas. El indoeuropeo no deja de ser una familia. Pero incluso habrá hispanohablantes apasionados de leguas asiáticas o africanas o indoamericanas. Así como hay lingüistas anhelosos de hallar los vínculos necesarios para hermanar a todas las familias lingüísticas.
Si es así, me pregunto cómo es que algunos latinos han logrado sentir sin sentir en romance. No dudo que se pueda pensar en alemán y en griego, tampoco que se pueda adquirir una ejemplar competencia lingüística en cualquier otra lengua, ¿pero cómo es posible sentir sin raíces latinas siendo de nacimiento latino? Yo lo he intentado. Casi consigo sentir la palabra “fuck”. Pero no más. Me es imposible decir ‘I love u’ con la misma carga emocional con la que digo ‘te amo’, aun cuando lo haga relajadamente en contextos simples. Mas si pronuncio la misma oración en portugués, catalán, italiano sí siento lo mismo. El corazón tiene su sensibilidad fonética.
Mi corazón sin romance no funciona. Por eso pienso que con las no latinas se podrá tener muy buen sexo pero nunca un buen romance. Si un día me enamoro de una tailandesa podría bien cambiar de opinión.
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