Una gran injusticia, una terrible
calamidad, una infamia sistemática, todo ello, ocurre a diario en contra de
nuestros hijos, aun cuando no tengamos hijos, y debemos actuar de inmediato
para acabar con tal desgracia, pues a los inocentes niños no se les debe enseñar
ese absurdo, esa cosa diabólica, que es la teoría de la fotosíntesis.
A mí me ofende de un modo
dolorosísimo que los científicos, los profesores y muchas personas que gustan
de enterarse de los asuntos de la naturaleza, pongan en duda y, peor aún,
ignoren y nieguen la palabra de Dios. Por lo tanto, me parece que deberían ser
castigados por tal atrevimiento. ¿Por qué me ofenden? ¿Y por qué ofenden a
Dios? El Innombrable está detrás de esto sin duda.
Ya sabemos que durante muchos
años, a la par que la sociedad se ha degenerado, en la escuela pervierten a los
niñitos enseñándoles la teoría de la evolución. Pero poco se ha dicho acerca de
esta otra maledicencia que es la fotosíntesis. Sabemos que quien crea en la locura
darwinista debe ser poco más que un simio, pero hoy, por falta de información, incluso
buenas personas, gente devota, lectora de la Biblia, toleran a esa bola de
ateos que influyen para mal en nuestros hijos a través de esa tontería de la
fotosíntesis.
¿Por qué digo que es una
tontería? Porque contradice lo que Dios mismo quiso decirnos en las Santas
Escrituras. ¿Acaso Dios miente? No, de ningún modo. Pensemos lógicamente, ¿Si
Dios mintiera habría ordenado que no mintamos? Entonces, si Dios no miente, la
fotosíntesis no existe. Y quiero insistir mucho en esto para que ninguna
persona decente continúe tolerando a los emisarios del mal que se disfrazan de
científicos. Digo que se disfrazan porque los verdaderos científicos creen en
Dios. La prueba irrefutable es que Louis Pasteur creía en Dios. Así que si
alguien que estudie física, química, biología o cualquier otra ciencia natural
y no cree en Dios, entonces, no es un verdadero científico, sino un infatuado,
pedante e ignaro, en suma, un falso científico, al que no debemos tolerar.
Toda persona bien nacida, ha
leído la Biblia, por eso sé que cualquiera sabe que en el Génesis podemos leer que Dios
creó la vegetación de la tierra el tercer día, y un día después el sol, por lo
tanto, ninguna flor, ningún árbol, ni la más pequeña planta, necesitaron la luz
del sol para existir. Con esto se demuestra que la fotosíntesis es una más de
las tretas del Maligno. Y todos los científicos que tengan mucha ciencia y no
poca, estarán de acuerdo conmigo.
Cabe añadir, que el sol no emite
ninguna luz, porque Dios creó la luz que ilumina la tierra antes de crear el
sol. Dios mismo es la luz, y el sol, realmente, es un adorno. Sólo quien sepa
muy poco de ciencia negará esto. Si el cielo es azul es porque ese es el color
natural del agua y el cielo está hecho de las aguas que antes estaban en la
tierra y que Dios separó cuando mandó unas aguas para arriba y a las otras las
dejó donde estaban porque Él es muy sabio e inescrutable. Además, aquel día
tercero cada árbol dio fruto fuera o no temporada, aun sin haber sol ni
luna, aunque ya había día y noche. Lo cual demuestra que las malvadas escuelas
pervierten a nuestros hijos enseñándoles cosas absurdas como la evolución, el
big bang y la fotosíntesis. Aún añadiré que el sol y la luna son las lumbreras
mayores que hizo Dios. Esto significa que son demoniacos los astrónomos que nos
han querido convencer de que nuestros sentidos nos engañan y que la luna no es
más grande que las estrellas, sino que está más cerca de nuestro planeta. ¡Vaya
tontería! ¡Es como si no hubieran leído la Biblia! La Biblia jamás podrá
equivocarse porque fue Dios quien la inspiró. Y, por supuesto, la prueba de que
Dios lo puede todo está en la Biblia. Para que se note su capacidad: Dios
certifica a la Biblia y la Biblia certifica a Dios: círculo perfecto.
En fin, propongo que organicemos muchas
protestas contra las clases de biología y física y demás locuras, que estudian
nuestros hijos, para que no se les perturbe más en esta etapa de su vida, que
es la etapa en la que más curiosidad sienten por el conocimiento. Asimismo,
debemos prever la incapacidad de las autoridades educativas, por ende, comenzar
nosotros mismos a quemar cualesquier libro que consideremos inadecuado. Debe
quedar muy claro que ningún ateo tiene derecho a escribir esos libros
insensatos que me ofenden, deshonran mis creencias y denigran mis valores. Por
lo menos, los profesores les deberían explicar a los niños, cuando den clases
de fotosíntesis, que también existe otra teoría casi igual de válida (en
realidad muchísimo más válida, pues es la verdad revelada), y es que las plantas
crecen porque Dios lo quiere así y no necesitan nada ni oxígeno, ni insectos
polinizadores, ni luz solar ni nada, porque Dios es omnipotente. Todo niño
tiene la obligación de saberlo y si en un examen le preguntan ¿qué es la
fotosíntesis? Pueda responder sin miedo que es una tontería, ya que Dios creó
las plantas sin luz solar; tal respuesta debe ser premiada, porque quien la
diga, como dijo Pasteur, no sabrá poco de ciencia, sino mucho.