PISTOLA: No hagas ninguna tontería o te quiebro.
ALMA: Las pistolas no me matan.
CUERPO: ¡Pero a mí sí! No dispares por favor.
MENTE: ¿A mí me matará o no me matará? No estoy segura. Aunque lo primero sería saber si hay posibilidades de que en verdad quien sujeta la pistola contra mi sien dispararía.
PISTOLA: Cállate, tírate al piso, no grites o te chingo.
ALMA Tal vez la muerte sea la paz al fin.
CUERPO: Sí, sí, hago lo que sea pero no dispares.
MENTE: Hay otra cuestión, qué tal si la pistola no tiene balas o si está descompuesta. Y, además, una vez leí que para los delincuentes las armas son herramientas para amedrentar pero que rara vez asesinan.
PISTOLA: Cierra la boca, dime dónde está el dinero.
ALMA: Yo no sé nada de dinero, no me importa.
CUERPO: Tómalo, llévatelo, pero déjame vivir.
MENTE: ¿Debo entregarte mi dinero? ¿Qué es más noble: ceder ante el robo u oponer resistencia? Acaso la víctima también sea responsable ya que el victimario, el otro, aun con el rostro encapuchado, presenta el rostro de Dios; aunque yo soy atea, entonces, ¿cuál será mi obligación moral?
PISTOLA: Rápido, cabrón, saca tu cartera, tu celular.
ALMA: Yo no tengo posesiones, no hay mío ni tuyo.
MENTE: Alma, ya discutimos eso una vez; tienes una concepción errada. Para que exista un mínimo pacto social es necesario partir de una filosofía materialista y reconocer como indispensable la propiedad privada.
CUERPO: Llévatelo todo, no quiero morir, no quiero morir.
ALMA: Nadie muere, sólo el ego.
MENTE: No, yo creo que sí hay muerte. Mas, lo que debemos debatir es otro asunto, a saber: cuál es la mejor reacción, bajo estándares objetivos, ante un robo con violencia.
CUERPO: ¡No me mates! ¡No me mates!
PISTOLA: Voltéate, te voy a amarrar las manos, si veo que me sigues, te pego un tiro.
CELULAR: No me gusta cambiar de dueño.
CARTERA: Sin billetes me siento desnuda, al menos tengo mis tarjetas.
ALMA: No hay dueños. Si viéramos desde el espacio, veríamos que todo el planeta es uno, somos lo mismo.
MENTE: Qué pendejadas, Alma, eso es estúpida metafísica tradicional. Hay que pensar con seriedad, es decir, considerando al ser humano exclusivamente como ciudadano. La reflexión cívica es la única valiosa, las demás son pendejadas.
CUERPO: No te preocupes, Pistola, yo sólo quiero conservar la vida.
ALMA: Ni te apures, Pistola, no te guardo rencor ni quiero dañarte.
MENTE: Los deberían amordazar para siempre; nomás dicen tonterías.
CUERPO: Ah, ya se fue, sobrevivimos, podemos descansar.
ALMA: Sólo la muerte hubiera sido descanso verdadero.
MENTE: Qué descanso ni qué ocho cuartos, lo que debemos hacer es cuestionarnos, meditemos si nuestra actuación fue correcta.
CUERPO: Qué alivio, un cigarro vendría bien.
ALMA: Una vida sin posesiones, de renuncia, libre, eso vendría bien.
MENTE: ¡Bestias! Par de bestias, una física y otra metafísica, eso es lo que son. Ustedes no pueden ser buenos ciudadanos.
ALMA: Habitaré una ciudad espiritual, donde no se tengan por bienes, los males materiales.
MENTE: ¡Hasta comunista vas a resultar! Lo único que nos compete es el mejoramiento paulatino, modesto, de las relaciones sociales, de lo real, no de esas fantasías religiosas, y también hay que evitar los vicios embrutecedores.
CUERPO: Está muy bueno este cigarro.
ALMA: Más delicioso es estar en paz con el todo, nada es nuestro, de todos es el todo; pertenecemos, hay un hay, eso es todo.
MENTE: Pendejadas. Se me hace que ustedes ni existen. Sólo han de ser representaciones que invento para aclarar mediante un procedimiento burdamente dialéctico mis ideas.
CUERPO: La prueba de que existo es que me dan ganas de orinar.
MENTE: Tal vez tú sí existas, pero tú, Alma, de ningún modo.
ALMA: Estás hablando conmigo.
MENTE: ¡Eso no prueba nada! Quizás yo sufra demencia.
ALMA: No importa, aunque yo no exista, algo existe: el grano de mostaza o el universo, lo que es, lo que hay, vive sin conceptos.
MENTE: Pendejadas. Pero ya me cansé de educarlos y que no entiendan. Cumpliré con los únicos deberes que importan: los cívicos. Voy al Ministerio Público a levantar una denuncia y no me importa si no me acompañan, he decidido andar sin ustedes. No necesito cuerpo ni alma. Son demasiado tontos, no piensan con rigor ni con lógica. Me exasperan por no hacerme caso, yo soy quien sí piensa. ¿Pecaré de Luis XV si afirmo: la inteligencia soy yo?
CUERPO: Tengo hambre, vamos a comer.
MENTE: Ve tú solo, yo ya dije y no cambio de opinión, desde hoy sin cuerpo y sin alma; en el edén de las ideas.
ALMA: Miren, ahí viene otra vez la pistola.
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