Al principio no la intensidad toda
de sumersión se trata
de con mano suave alcanzar la hondura
para fuerza vendrá el segundo verso
para hacer un ataque placentero
y con el siguiente impacto, el ritmo
que anime e intensifique y exalte
y acelerando se contenga, goce
el retorno, el bemol, el motivo
la nueva pausa, la nueva calma
y vengan los ardores desbordados
crezcan desmesuras, griten latidos
apriétese la herida
es preciso hallar la primera cima
antes de emprender la segunda estrofa
que en un tono más alto
quizá modificando la postura
del poeta aún conciente de sí
a la voz ya plenamente extraviada
en un bosque de gemidos y cepas
y gestos dolorosos en deleite
y carnes en temblor de escalofrío
donde la afición misteriosa fluya
del ritmo y sus demencias
del aire y sus caricias
del sueño y sus cadencias
de la piel y sus malicias
que sea hipnosis, perdición, ladera
nebuloso abrazo del anhelo
y agotamiento y caída
confesión y pregunta, desnudez.
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