O me estoy volviendo optimista o
el segundo debate entre los candidatos a la presidencia de México mostró, junto
con las encuestas recientes, algo que yo considero una muestra palpable de que
estamos viviendo en nuestro país los últimos días del neoliberalismo.
En un artículo reciente de Letras Libres, Alberto Fernández sostiene
que el PRI de vuelta en la presidencia podría girar hacia la izquierda. Dice: “Existe
una enorme reserva de legitimidad para quien pueda plantear la ruptura abierta
con el modelo económico de las últimas tres décadas.” Agrega: “Es fácil ser de
centro-izquierda en el mundo actual, los predicadores del neoliberalismo llevan
algunos años en franca retirada.”
Está claro que en México el partido
que más ha impulsado el neoliberalismo, desde la oposición y desde el gobierno,
ha sido el PAN. También a la luz de las encuestas presidenciales se nota que
este partido se convertirá en la tercera fuerza, que no obtendrá ni la cuarta
parte de los votos, es decir, que sus propuestas de gobierno han sido
derrotadas, que los mexicanos ya se cansaron de este sistema y que se desea un
Estado que vuelva a asumir su responsabilidad en el desarrollo social.
Tal vez la izquierda en estas
elecciones no obtenga un mayor porcentaje que en las de 2006, sin embargo, ha
hecho una buena campaña, ha impuesto su agenda y ha logrado que la mayor parte
de los mexicanos acepte, de una u otra manera, que es necesaria una más justa redistribución
de la riqueza. El próximo sexenio ya no habrá neoliberalismo: la derecha ha
perdido.
Me he expresado en términos un
tanto enigmáticos para el común de los ciudadanos. Para la mayoría la economía
y la geografía política son tan crípticas como los jeroglíficos egipcios o la
física cuántica o los misterios teologales. Lo que normalmente se escucha como
un argumento para el retorno del PRI es: “ellos robaban pero dejaban robar”.
Cabría decir que esta frase debe ser analizada con cuidado. ¿Qué significa en
el fondo ese aparente cinismo?
“Ellos” son los priistas, y más
aún, todo el aparato burocrático y sindical asociado al régimen del partido
hegemónico. El “robaban” es una forma contundente de nombrar a la corrupción.
Lo más interesante, el “pero-dejaban-robar”, implica lo que algunos dirían
“placer culposo”, ya que hay una culpa implícita, y al mismo tiempo, un
contrato social que legitima la ilegalidad. Ahora bien, en concreto, ¿qué cosas
dejaban robar? El obeso aparato estatal del PRI anterior al neoliberalismo,
ofrecía trabajo, buenas condiciones laborales a quienes tenían la fortuna de
vivir dentro del presupuesto. O bien, a través del el comercio informal y otras
prácticas clientelares. El “robaban pero dejaban robar” es quizá un sui generis: laissez faire, laissez passer. Un liberalismo por debajo del agua.
Un gobierno que tolera la corrupción en pro de la paz.
Pero frente a la percepción de
que el PRI tradicional era un partido corrompido y corruptor, que por la
socialización de la ilegalidad se legitimaba, los gobiernos panistas parecen
inoperantes o ineptos: roban sin dejar robar, lo cual al traducirse significa
que favorecen descaradamente a una clase social y se olvidan de la gran
mayoría. Los gobiernos neoliberales en este sentido han sido oligárquicos. Son
corruptos, roban, pero no distribuyen la riqueza, no dejan robar. En otras
palabras, muchos de los votantes mexicanos prefieren el crecimiento económico,
aún con corrupción generalizada, que un gobierno de corrupción parcial. Y
tienen toda la razón: la corrupción parcial es muchísimo más injusta que la
corrupción generalizada.
El PAN ha resultado el gobierno
más injusto posible. Es un partido sin arraigo popular, producto de su desdén
por el verdadero pulso de México. La derecha en un país pobre está condenada a
ser minoritaria. Si llegó al poder se debió en gran medida al hartazgo de la
sociedad ante el autoritarismo del PRI, pero también, y esto es muy importante,
porque el PRI se había cargado a la derecha.
¿Pero por qué no ha ganado la
izquierda en México? Habría que decir la izquierda se bifurca en lo
económico-social y en lo social-político. La erradicación de la pobreza, la
búsqueda de una mayor igualdad económica y la ampliación de los derechos
laborales son temas fundamentales y perfectamente claros para las izquierdas
mexicanas, incluyendo en éstas a un sector del PRI. Sin embargo, la democracia,
los derechos civiles y las libertades políticas, no generan consenso en la
izquierda partidista ni en el resto de distintos grupos izquierdistas. Más allá
del combate a la pobreza hay una zona de turbulencia por la que la izquierda
avanza sin claridad. ¿Y quién puede confiar en la turbulencia?
Los próximos 6 años la izquierda
urgentemente debe tener claridad en sus propuestas más allá del combate a la
pobreza porque el PRI, muy probablemente, acabará con el neoliberalismo, lo
cual dejaría a la izquierda sin banderas; pero también es lógico suponer que el
PRI no democratizará los medios de comunicación ni hará reformas importantes
para incentivar la participación ciudadana en la toma de decisiones ni tampoco
será capaz de crear instituciones o respetar las existentes en cuanto a la
rendición de cuentas.
López Obrador y el PRD podrían
estar orgullosos, pues gracias a sus críticas, a su énfasis en lo perjudicial
que es el sistema neoliberal, en el debate del 10 de junio, Peña Nieto en sus
propuestas económicas fue un eco de las propuestas de López Obrador. Los medios
masivos no se interesan en esta información, tergiversan la realidad a su
antojo y burdamente, por eso en el siguiente sexenio el mejoramiento de nuestra
democracia y de las condiciones de vida de la mayoría tiene que pasar por la
democratización de los medios de comunicación: en este país no son los partidos
políticos, sino los comunicadores al servicio de la mentira y de la frivolidad quienes más dañan a la democracia.
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