23 jul 2012

Encuentro y desencuentro


MUJER: Hola.

CUERPO: Qué gran riqueza es abrazarla.

CORAZÓN: Me quiere, sin duda me quiere y yo la quiero, somos felices.

MENTE: Tranquilos, es solo un abrazo, es solo una persona cariñosa, de hecho esto es una situación incómoda, ¿no les parece incómodo un abrazo durante dos minutos a la entrada de un café?

MUJER: Te extrañé mucho.

CUERPO: Y yo a ti, vámonos a un hotel, nos conocemos y nos dejamos de extrañar.

CORAZÓN: Te sentía presente, como si tu ausencia no fuera un viaje alejándote de la ciudad, sino acercándote a mí.

MENTE: ¿Sí? ¿De verdad me extrañaste? Bueno, yo tengo interés en proseguir nuestra plática.

MUJER: ¿Por qué me ves así?

CUERPO: Porque te quiero arrancar la ropa y besarte mil veces.

CORAZÓN: Porque te anhelo y busco diluirme en tu esencia.

MENTE: No sé cómo te veo, yo solo te veo viéndome, ¿qué piensas?

MUJER: Te veo con avidez.

CUERPO: Podemos desnudarnos aquí mismo.

CORAZÓN: La avidez es amor y yo con avaricia te correspondo.

MENTE: No entiendo eso, pero cambiemos de tema, ¿te fue bien en el viaje?

MUJER: Sí, me enamoré de cierto pueblo, pero me gusta la libertad, caminar sin rumbo y no pude sentirme así de libre porque iba con la familia de mi amiga. Me gustaría viajar contigo.

CUERPO: Sería como la vuelta al día en 80 posiciones.

CORAZÓN: Más allá de una carretera, deberíamos viajar uno hacia el otro y hacia nuestras intimidades.

MENTE: Sí, podría ser bueno, pero eres la hija de mi jefe, tarde o temprano tendría una consecuencia laboral.

MUJER: ¿Te leo la mano?

CUERPO: Sí, claro, siente la piel de mi mano en la tuya y después el resto de mi piel.

CORAZÓN: Sí, por supuesto, apuesto que nuestros destinos se unirán.

MENTE: No le veo el caso, salvo que sea una especie de flirteo.

MUJER: Las líneas de tu mente y de tu corazón no se tocan, eso es bueno, yo las tengo unidas.

CUERPO: A ver, déjame tocar tu manita y comprobarlo.

CORAZÓN: No necesito la mente para amarte.

MENTE: Yo supongo que todo el mundo vive en cierto sentido escindido. La cohesión absoluta del yo es un embuste, hay sustratos en la personalidad, particiones en la conciencia, además nos sometemos constantemente a las circunstancias.

MUJER: Eres muy suave, tu mano es muy suave, toca mi mejilla quiero sentir tu caricia.

MUJER: No quiero que me uses, busco un amor total, un amor sin fin, un cómplice de intensidad.

MUJER: Yo creo que es posible la unidad, aunque considero que tal unidad es un problema volitivo, para mis padres, por ejemplo, la cultura es un accesorio, aprecian el arte y sienten admiración por la historia de las ideas, pero no las asumen como parte de su vida cotidiana, en cambio yo las vivo en carne propia, vivifico la experiencia artística en mi ser, por mi voluntad he conformado en mi existencia una unidad… aunque no sé si a esto te refieras con la escisión de la personalidad.

CUERPO: No sé qué dices, pero qué hermoso es sentir tus manos, son hermosas, toda tú eres hermosa.

CORAZÓN: No sé qué dices, pero ya no digas ni pienses, amémonos solamente.

MENTE: Eso que dices se me hace muy interesante, sin embargo, no creo que pueda llevarse a cabo una unificación de las diversas naciones que conforman el mundo de una persona, porque hay instintos, pulsiones y contradicciones insalvables, etc. Por eso te escribí ese mensaje: “cuando la conciencia despertó, el inconsciente todavía estaba allí”.

MUJER: Sí, me divirtió mucho, estaba por entrar a la terapia, me ayudó a relajarme porque en ocasiones me tensa mucho esto de enfrentarme a mi psicóloga. Sé que tiene el inconsciente una raíz profunda en el comportamiento, sin embargo, mi propósito es quedarme sin inconsciente.

CUERPO: Qué olores cautivantes tiene tu cuello, qué sabor único el de tu lengua, vamos ahora mismo a trenzarnos.

MUJER: Estoy húmeda, ¿por qué no me invitas a tu casa?

MENTE: No creo que sea buena idea que vayas a mi casa. Mi cama no está tendida, mañana debo trabajar temprano, además es imposible quedarse sin inconsciente, no puedes flotar por el mundo como mente pura, uno está ligado a un conjunto de necesidades y deseos corporales, además estamos atados a un fondo de irracionalidad afectiva, que yo diría, es de una brutalidad inagotable, pero tienen buena prensa esas tonterías de los sentimientos.

MUJER: Estoy desprotegida, siento que soy tu presa y que eres un lobo cazándome dulcemente.

CORAZÓN: No voy a cazarte, yo soy tu presa, soy tuyo, soy entrega, van a confluir nuestras almas.

METRO: Apúrenle porque ya quedan pocos trenes.

MUJER: Creo que yo traigo boletos, sí, mira, pasa.

MUJER: No quiero que me protejas, no soy una niña, puedo ser más joven que tú pero he vivido muchas experiencias. Ya no quiero que me sigas besando.

MUJER: Me gusta el olor de tu casa. Hay mucha tranquilidad. Es interesante cómo vives.

CUERPO: ¿Por qué ya no quieres más besos? ¡No entiendo! ¡Argh!

CORAZÓN: No importa el sexo, pero no estés triste, siento tu miedo, olvídalo, yo te amo.

MENTE: ¿Quieres checar tu correo, oír música, dormir? ¿Por qué no me respondes? No sé qué hacer, así que no haré nada.

MUJER: Ya sé lo que va a pasar: nos vamos a encuerar, cogeremos y luego me sentiré vacía.

MENTE: No estamos obligados a hacer eso.

MUJER: Quiero escapar de mí misma.

CORAZÓN: Si tú escapas, yo me escaparía contigo.

MUJER: En fin, vamos a acostarnos.

CUERPO: Nada de vacía, te voy a llenar.

MADRUGADA: ¿Por qué tan agitado, reloj?

RELOJ: Porque vas muy rápido, debo correr mucho para alcanzarte.

SOL: Buenos días.

CUERPO: Qué hermosa eres.

MUJER: No te me acerques.

CORAZÓN: Estaré por siempre atado a ti.

MUJER: ¿Qué hago aquí, desnuda, en esta habitación extraña?

MENTE: Realmente no sé cómo fue que llegamos hasta este punto.

MUJER: Voy a hacer pipí.

HOMBRE: Yo me voy a poner a escribir.

18 jul 2012

Minera metafísica


Y así, la filosofía se inicia del modo más antipoético por una pregunta.
M. Zambrano

I

Y así, del modo más antipoético,
Pregunto: ¿quién es ella?, la minera
que me hizo ductos de dudas sin luz.

Esa obrera metafísica ha entrado,
sin llaves, a mi aire a descifrarme
y con sus finos filos me ha rasgado.

II

Dentro de la minera metafísica
hay una mina de emociones ásperas,
firmes pieles minerales que abrazan
unos milagros que son piedras, y ojos
que son palabras, o bien, amaneceres,
dos resinas redondas que miran
con avaricia mi avidez de verla.

III

Cuando la minera se duerme, tiembla,
cuando la minera despierta, yo tiemblo.

IV

He visto viéndome a su ámbar cómplice.
Un idioma muerto ha cobrado vida
por el tamiz de su voz y he escuchado
en su risa el devenir de la dicha
es toda una campanada de caos
es una niña que corre al baño
es un sexo fluente que sin fin muerde
es minera que no quiere ser musa.

3 jul 2012

La normalidad atroz


La jornada electoral que vivimos el pasado 1 de julio fue descrita como parte de la normalidad democrática, a pesar de que resultó el equivalente a la cereza de un pastel hecho de injusticia, por decir lo menos, ya que, aunado a los dados mediáticos cargados a favor del candidato del PRI, hubo de parte de ese partido un gasto que sobrepasó el límite legal y, peor aún, se registraron más de tres mil quinientas irregularidades oficialmente. Estos fueron “incidentes menores” para quienes celebraron el resultado, pero para los familiares de las personas asesinadas, sin duda, ese día fue trágico.

Para mí no hay nada más sagrado que la vida humana, por lo tanto no me permito llamar incidente menor al crimen. Tampoco me parece justo echar en saco roto los robos de urnas, la compra de votos, las intimidaciones y otra serie de violaciones al código electoral.

Comprendo que estas prácticas son, en un triste sentido, normales, pues son añejas y suelen quedar impunes. Pero sé que al mencionar el concepto de “normalidad democrática” quieren decir los analistas que todo quedó en tal jornada listo para ser aceptado sin reproches. Estoy en total desacuerdo. Me parece, inclusive, un atentado contra el derecho a la información, una manipulación injustificable del verdadero significado de las palabras y, en el fondo, la aceptación del cáncer de la impunidad.

Por todo ello, no se puede reconvenir la decisión de AMLO a impugnar los resultados. La supuesta normalidad democrática es atroz. Por otra parte, la democracia, en esencia, es promotora del cambio, de la revisión y de la corrección de errores. En ese sentido, unas elecciones democráticas, con base en la legalidad, pueden ser impugnadas. AMLO está, por ende, como un demócrata pidiendo la revisión y la corrección de los errores; que no se olvide que las llamadas irregularidades son muchas veces violaciones graves de la ley.

Considero, además, que López Obrador ha actuado consciente de su liderazgo, tranquilo pero firme, con respeto y con una visión que abarca más allá de lo inmediato. Un buen número de analistas, por sus palabras, se diría que no saben encaramarse al árbol del largo-plazo, con miopía y astigmatismo no ven las minucias del presente ni el panorama extenso que podría desarrollarse en los próximos años y aún décadas.
¿Qué hacer con la rabia de cientos de miles de mexicanos indignados y decepcionados de la vía electoral? Responder a esta pregunta es la misión del líder. Es fácil criticar al dirigente, pero no lo es tanto imaginarse en sus zapatos cuando toca caminar por una bifurcación. ¿En su lugar los críticos estarían dispuestos a que millones de personas preocupadas por el futuro de México se desolaran y se volvieran apáticas? ¿Renunciarían a dirigir la protesta social cuando, de no asumir su liderazgo, otros grupos, en verdad violentos, lo asumirían?

Si a pesar de las tantas evidencias de suciedad en las pasadas elecciones, en el lugar de AMLO preferirían retirarse a su casa y dejar en el abandono a una sociedad dispuesta a la participación política, es porque les gusta el indignante transar. Por fortuna, el tabasqueño no es un improvisado, conoce sus responsabilidades, no en vano ha conseguido un apoyo multitudinario, más que cualquier otra figura de la política mexicana en el último medio siglo.

Cuando alcancemos la verdadera normalidad democrática, lucha que sigue en pie, tendrá que reconocerse a López Obrador como el hombre que despertó de la pesadilla del pesimismo al honesto y luchón pueblo de México.