27 jul 2009

Una magnífica arquitectua de huesos

Hace unos días, aunque sea poco creíble, viendo por primera vez La bailarina desnuda de Ángel Zárraga, pensé: este pintor debió haber nacido alrededor de 1885.
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El cuadro me parece hermoso, si no lo comento más es por mi ignorancia acerca del arte pictórico. Pero me recordó la poesía de López Velarde y también me recordó la autobiografía de José Vasconcelos, y como ambos nacieron alrededor del 1885, creí que el pintor debería ser de la misma generación. ¿Por qué? Por los contrastes, entre la cándida sensualidad y la oscura rigidez de la ropa de luto, y la gris vejez en el paisaje provinciano.

En efecto, Ángel Zárraga nació en 1886, es de la generación del Ateneo, la generación que siendo joven afrontó o huyó de la Revolución Mexicana, a pesar de que Zárraga pintó este cuadro entre 1907 y 1909, y no podemos pensar que al menos en esta pinura el cisma revolucionario haya metido las narices, yo creo que la sensualidad para aquella generación no podía estar limpia, llevaba las máculas de la muerte, las negritudes de la violencia, la seriedad de la religión provinciana. López Velarde y Vasconcelos eran mujeriegos y santurrones. Pecaban, se arrepentían, reflexionaban en las herejías y conservaban la fe, aunque no dejaban de dudar.

Probablemente sabían que las mujeres tradicionales no iban a complacerlos, por eso se cuidó de no casarse López Velarde y por eso Vasconcelos le puso los cuernos a su esposa a la primera oportunidad. Las vírgenes casaderas les aburrían. Las otras los conmocionaban, a pesar de eso, nunca se atrevieron a casarse con ellas. Se dirá que eso es cosa intemporal, que siempre los hombres preferimos a ciertas mujeres para divertirnos y a otras para comprometernos. Tal vez.
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Sin embargo, creo que la bulla de la Revolución en algo tuvo que influir. En aquellos pueblos donde se levantaban las desbandadas revolucionarias, me imagino a las mujeres entronas y jaladoras, tequileras, muy distintas y mucho más sabias para vivir el momento que a las actuales pueblerinas. Sí, con todo y la posmodernidad creo que las de aquellas primeras décadas del XX eran más aventadas a la hora de revolcarse bajo las sábanas. Esto lo digo sólo con respecto a las mujeres de provincia. La ciudad es otra historia.
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Creo que he desvariado mucho para decir únicamente que conviene visitar la colección Blaisten en el Centro Cultural Tlaltelolco para conocer a muchos de esos pintores mexicanos tan intersantes y discretos como Zárraga, quien también, por cierto, hizo poesía...
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Ser solo
una magnífica arquitectura
de huesos única
una agencia perfecta de músculos
y de nervios única
y en ella, como la paloma refulgente
el espíritu cegado en la luz.
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Como dijo Sheridan por ahí, Zárraga es un ángel en la capilla lateral de la cultura mexicana. Y bueno, yo soy de los que prefiere las capillas.

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