Esta noticia me grita intensos versos de veintidós sílabas sin
centro
que son de arte desmedido por la contentura ciega de montaña
rusa,
aunque tuve miedo y suerte, niñez y ansiedad, saliva en colmillos
por dentro,
pues hay ferocidades en las fauces de los instantes previos
a la chuza
(y estos instantes fueron meses: un año se hizo canoso con
su firma)
Al fin cayeron los bolos, tierra a la vista al fin, ¡Y es l’ora
de la comida!
Sólo no olvido lo amargo en el paladeo de la moneda de la
vida.
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