y de los nudillos que
aprietan leños,
tienes, mi recia patria,
la dureza
de quienes resisten bajo
los soles
el tiempo de la fe en las
sementeras.
Más que música eres,
patria, silencio,
mandíbula que muerde una
amargura,
sin quejas, costras de los
golpes quiebras,
y como niña de muy
blancos dientes
que desde la mañana
trabajara
cuando tu risa estalla
hace milagros.
Dura cual blanda gota de
rocío
sobre el ceño firme del
campesino.
Patria, extraña como padre
ausente,
yo oigo en el ruido
urbano tu silencio
que es más bien murmullo,
más bien latido
o negrura que desmentir desea
todos los artificios de
septiembre.
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